miércoles, 29 de diciembre de 2010

Feliz Año Nuevo - 1928 -



[Poia, 1928]
Carissimi figli
cometterei un grandissimo errore lasiar passare questi giorni senza inviarvi i miei più sentiti e sinceri auguri.
Buon hanno miei cari, sperando che l'aurora nuova vi porta mile benedizioni e di allegrie infinite.
Sto bene sperando anche di voi su di core vi desidero. Vi saluto caramente, vostra madre
Maria Ferrari.
Vi rincrazio tanto dei vostri auguri.
Saluti a tutti di famiglia.

Queridísimos hijos
cometería un grandísimo error si dejara pasar estos días sin enviarles mis más sentidos y sinceros augurios. Queridos míos, buen año, esperando que la aurora nueva les traiga miles de bendiciones e alegrías infinitas. Estoy bien, y espero que ustedes también, de corazón les deseo.
Los saludo con tanto cariño, vuestra madre,
María Ferrari.
Les agradezco tanto sus augurios. Saludos a toda la familia.


Tarjeta recibida en Bahía Blanca por Camilo Ferrari y Emma Battaia a fines de 1928.
María era la segunda mujer de Aniceto Ferrari y fue quien le prestó a Camilo el dinero para su viaje a la Argentina en 1924.
Aniceto murió pronto.
Ella nunca tuvo hijos.


lunes, 20 de diciembre de 2010

La casa de Marter, al volver de Praga


- ¿Cómo era tu casa en Marter?

- ¿Mi casa? Una casa de altos, hay de dos pisos, hay de más, la mía era de dos,abajo era como quien dice, establo,como un depósito, y arriba la familia; todavía nació mi abuelo ahí, así que se puede imaginar, pero de cuatro aguas; grande, fue estropeada durante la guerra, bastante.

- Tenía cuatro, por ahí,cuatro años
- ¿Durante la guerra?
- Durante la guerra, en Checoslovaquia, cerca de Praga. El gobierno pasaba una subvención
- El gobierno austríaco debía ser ese...

- Y aquí, cuando volvieron?
- Un desastre, un desastre, bombardedada, el techo medio roto; pero el gobierno también se encargo de poner la ventana... el gobierno italiano, eh.

Que las casas de esos pueblos del Trentino, y en particular en la Valsugana eran, a principios de siglo XX, tal como describe Fortunata la suya, es algo que más o menos sabemos; es más, podríamos reconocer en esa, básicamente, la casa de muchos de nuestros parientes trentinos. Pero, ¿cómo es eso que fueron a parar cerca de Praga, durante la primera guerra? ¿Qué fue de Fortunata y su familia durante esos cuatro años como "profugos"? y ¿Por qué, si ellos no estaban ahí, sus casas fueron destruidas con tanta saña?

Veamos.

El Trentino, desde 1815 formaba parte del imperio austríaco. Cuando Italia declara la guerra a los Imperios Centrales, en mayo de 1915, se especula que la zona de la Valsugana se va convertir en "zona de guerra". Las autoridades imperiales inician entonces la evacuación de la población civil de varios pueblos de la Valsugana hacia el interior del imperio. Miles de trentinos Flüchtlinge, "prófugos" como los denominan en ese momento son llevados en trenes oficiales hacia las regiones de Bohemia, Moravia, Austria, y Hungría.

Sobre la estadía en Praga, Fortunata cuenta -fuera de cámara-:
Vivíamos en Praga con mi hermana mayor, mi hermano y mi mama; cada familia tenía su destino, entre 1915 y 1918; tenía dos cuando nos fuimos, seis cuando volvimos; el papa se había venido a la Argentina y nunca mas hubo noticias de él; la mamá Clementina, tuvo que apechugar con todo, con los suegros, que eran viejitos, mi abuela, y una hermana que falleció durante la guerra, en Praga, en un hospital en Praga, -que es la madre de la que está en Rio Negro; y de comida? papas, pasaban la subvención, pero...

Y ¿qué paso, entonces con las casas?
Algunos pueblitos de la Valsugana occidental-ya completamente evacuados- quedan a disposición de las fuerzas austríacas; a los de la Valsugana oriental llegan soldados del ejército italiano; y en el medio quedan Marter y Roncegno, abandonados ya por las fuerzas austríacas, pero aún no ocupados por los italianos. Hasta ahí llegan patrullas de inspección imperial, hasta ahí llegan patrullas de exploración del ejército italiano. Tierra de nadie, los dos pueblos y sus comunidades son un obstáculo tanto para los italianos (que se niegan a disparar contra población civil, aunque sospechan -con razón- que esas casas son usadas por los enemigos para esconderse y tender emboscadas), como para los austríacos (que no pueden defenderlos, pero tampoco quieren abandonarlos porque temen dejar todas esas casas intactas a disposición de futuros ocupantes).

Por eso la medida drástica: la poca población civil que queda es obligada a marcharse, y el 31 de agosto de 1915 los austríacos inician el bombardeo sobre Marter y Roncegno con "proyectiles líquidos especiales", que provocan inmediatamente un pavoroso incendio: 46 casas quedan completamente destruidas en esos días, y el espléndido centro termal de Roncegno, reducido a un montón de ruinas y escombros ennegrecidos por el fuego. Desde ese día, Marter y Roncegno, totalmente despobladas, son refugio, botín, escondrijo de todos. Al final de la guerra unas 300 casas quedan totalmente destruidas.

Cuando los "profugos" regresan a sus casas, en 1918, no encuentran ahí, más que ruinas.

También Emilia Pallaoro y su familia, de Marter, fueron "internados", y vivieron en Praga durante la primera guerra. (ya contaremos sobre ella). De Roncegno Terme vinieron  Germano y Bruno De Bortoli.

Estas notas sobre la historia de Marter y Roncegno durante la primera guerra están tomadas de acá, y del libro Gli ultimi duecento anni, Collana di Monografie "La Patria d'origine", PAT, 1994, p 110-118.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Las tres estrellas



Si los trentinos de Bahía Blanca se juntaron en el Círculo, en 1989 y lo siguieron haciendo durante estos veinte años, atravesando entusiasmo, crisis, problemas, fallecimientos, crecimientos, emprendimientos y fiestas varias, es gracias a estas dos señoras: Marta García, la esposa de Francisco Nardelli (padre) y Sara Dolly Díaz, la viuda del tan lamentado Mario Grosselli.
Sara y Mario hicieron un minucioso trabajo de visitas, llamados telefónicos, invitaciones, contactando gente que no se conocía entre sí, haciendo que algunos se enteren del origen de sus familias, y generando un fuerte vínculo de afecto y simpatía entre todos.
Durante años en la casa de Marta nos reunimos para nuestras clases de italiano, comimos tantas de sus tortas espectaculares, y nos hicimos amigas entrañables (porque digamos la verdad, fuimos nosotras, las mujeres, las que mantuvimos durante mucho tiempo la regularidad de los encuentros y el contacto); y luego cuando el círculo tomó nuevos bríos, fue en su casa que se desarrollaron, muchísimas veces, tantas reuniones fundamentales, y ella recibiéndonos y agasajándonos a todos, con su generosa hospitalidad.
 

Lo que somos no lo llevamos en la sangre sino en las experiencias y en la historia compartida.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Jorge Steck, herrero

Foto: Ferrowhite - Archivo De Simón



Esta foto es de 1954, está tomada en el Club Ferroviario y están allí reunidos jefes, personal administrativo y capataces de los Talleres ferroviarios Bahía Blanca Noroeste. En el centro de la imagen y de camisa oscura está sentado Jorge Steck.
Jorge nació el 10 de marzo de 1904 en Romagnano; pero lo encontramos ya con 19 años desempeñándose (por tres meses) como herrero de talleres Noroeste. En enero del 24 sale, pero vuelve a reincorporarse al ferrocarril en 1929, y llega a encargado de la sección herrería en 1946 y finalmente a capataz, en 1952, puesto que ocupa hasta su jubilación en 1955. Como herrero (y antifascista) aparece fichado también en los registros del Casellario Politico Centrale.

¿Dónde vivió en Bahía Blanca? ¿Cuándo falleció? Estos datos sería muy bueno encontrarlos.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Delizia del mio cuor

Fortunata recuerda uno de los cuentos que le contaba su abuelo:


Mientras arreglaba un zapato, ponía la tapa de un... así, entonces yo me ponía al lado y le decía: "haceme un cuento", entonces me hacía un cuento, por ejemplo de un vagabundo que caminaba con la .. el saco arriba de la espalda, la giubba sulle spalle, si sta bene quando ... ben, la delizia del mio cuore. Resulta que era un piojoso, cuando le picaba hacía así, y él decía, la delicia de mi corazón...
Me contaba, mi abuelo, y como ese, tantos...

En las palabras de Fortunata, se podrían rastrear las huellas de un relato: un vagabundo,  la giubba sulle spalle. (aunque ella, en rigor, lo pronuncia giuba sule spale), la frase de una canción muy conocida, delizia del mio cuore*; palabras, esas, pronunciadas por la persona inadecuada, y en la situación inadecuada.

Ella, a sus 97 años, se ríe de nuevo, junto al banco de trabajo de su abuelo, como si fuera una nena.



* a quindici anni facevo all'amore
daghela avanti un passo
delizia del mio cuor
a sedici anni mi sono sposata
daghela avanti un passo
delizia del mio cuor
a diciasette mi sono spartita
daghela avanti un passo
delizia del mio cuor

La canción es La Bella Gigogin (que se puede oir acá) que, a pesar de lo que aparenta la letra,  fue una canción emblema en las guerras del Risorgimento contra los austríacos (exégesis que se puede leer acá).
¿Será esta la canción que aflora en el recuerdo de Fortunata? (la frase aparece también en una oración por las almas del Purgatorio, y en otra para rogar por la castidad de los sacerdotes... mmm....)

viernes, 29 de octubre de 2010

Seda

Fortunata Bazzanella (Marter de Roncegno, 1913), cuenta cómo era el trabajo de cría del gusano de seda, tarea a la que se dedicaba su familia hasta que ella vino a la Argentina, en 1928:



Es un bichito chiquito como una hormiga; después se pone grande, mucho mas que un dedo; a los treinta días busca de subir, de treparse, entonces, se le pone una rama especial, y sube, y se hace, y trabaja, trabaja, hasta que se hace el bozzolo, pura seda, pura, esa es la verdadera seda natural. A los 30 días hay que sacar el bozzolo, y eso vienen ya, estan los compradores; eso va al horno, porque tiene que morir el bicho, queda adentro, el que trabajaba grande, queda chiquito y queda adentro en el bozzolo, entonces, va, lo ponen en un horno especial, un horno grandísimo, y le dan las calorías, que se muere. Y después va en la fábrica, tienen que hilar eso, todo, eso va a la ciudad grande.

Uno podría preguntarse: ¿en cuántos pueblos del Trentino se criaba el gusano de seda? ¿Qué margen de ganancias dejaba semejante trabajo? ¿Por qué esa especie de parrilla donde engordaban los gusanos ocupaba un lugar privilegiado sobre el establo? ¿Cuáles serían esas "ciudades grandes" donde se hilaba la seda? ¿Habrá sido en más de una oportunidad una peste en los árboles de morera, o alguna una enfermedad entre los gusanos de seda lo que llevó a mucha gente, empobrecida, a emigrar y venir a América? Lo que sí sabemos es que de eso vivieron muchos pueblos de montaña (y no solamente en el Trentino) hasta antes de la segunda guerra, hasta que llegaron la seda china y la fibra sintética.

Una cosa es segura: probablemente muy pocas de las que hacían ese trabajo de acomodar los gusanos, separarlos, alimentarlos con las hojas de morera, llevarlos al bosque, recoger los capullos, y a veces, incluso, hilarlos a mano, hayan usado ropa, pañuelos o medias de seda.

El de la seda, y los gusanos, y las moreras y los capullos es un recuerdo de mujeres.

El árbol de la morera, il gelso; el gusano de seda, il baco; el capullo, il bozzolo´.

¿Alguien se habrá traído desde allá algunos gusanos y gajos del árbol de morera y trató de hacer hilo de seda, acá, en este lugar?

Una novela de Alessandro Baricco, Seta, 1996.

domingo, 3 de octubre de 2010

Nicolussis - CEMLA


Zuccher d'orz en Poia, caramelos en la Plaza Rivadavia


1931 - Ya se iba Abramo de Poia para venir a la Argentina, el padre lo acompañaba de a pie hasta Trento; Rosina su hermana, lo alcanza corriendo y le dice: "Abramo te olvidaste esto", y le da una bolsita con zuccher d’orz, unos caramelitos de azucar quemada. Y listo. Ni chau, ni besos, ni abrazos.
Como el padre, en la estación de trenes de Trento, igual, le da la mano, Bueno, chau.

Abramo Battaia, en la plaza Rivadavia,
junto a la fuente de los ingleses
1931
 
Cuatro o cinco días después de haber llegado a Bahía Blanca, fueron con Ema a una mueblería en la calle O’Higgins, cerca de una ferretería, y allí compraron el canasto. En casa Muñiz, compraron caramelos y algunas otras chucherías.

Pocos día después de haber empezado como vendedor ambulante de golosinas, un inspector lo paró y le exigió, si quería seguir vendiendo así, por la calle, que use una especie de casaca, o chaleco a rayas, que pague el impuesto a la Municipalidad  - que era, de todas maneras, unas pocas monedas- , y que saque la libreta sanitaria.

Vendía caramelos en la plaza, por la calles. Siempre a pie, con la canasta, iba a White, cuando había mucho moviemiento en el puerto, otro día al Parque de Mayo, o al Parque Independencia. Se vendía bastante también cuando había procesiones, o desfiles militares, o a la salida de los colegios.

Claro, no vendía solamente caramelos. También llevaba en la canasta unos pancitos calientes que compraba en una panadería, envueltos en un papel que era como una servilleta. Entonces, cuando era la hora del recreo en el Colegio Nacional los chicos se acercaban a la puerta que daba a la calle, y por entre las rejas les pasaba los panes, los caramelos o lo que fuera. Tenía que estar desde temprano, ahí esperando, porque eran varios los vendedores de golosinas ambulantes que querían ocupar arrimarse a la puerta. Era un momento de mucha confusión, todos gritaban, apretaban, empujaban. Una de las primeras veces que estaba ahí, esperando, alguien que pasaba por la calle lo llamó, para pedirle algo. Y ahí, donde se descuidó, y otro vendedor le ganó de mano y se metió al lado de la puerta.

Desde ese día, Abramo trataba siempre de llegar bien temprano a la puerta del Colegio.

Abramo en la plaza Rivadavia con su canasto, 1931

domingo, 26 de septiembre de 2010

Marcelo, recién llegado a Bahía Blanca, va al al cine y a la playa (1955)

Maldonado, 1940
Foto: Archivo Ferrowhite

Marcello Nicolussi nacido en Pergine en 1939 llega a Bahía Blanca junto a sus padres y sus hermanos en enero de 1955. Tiene 16 años, quiere ir al cine, a la playa, y esto es lo que le pasa:

Yo pensaba que América era todo.. como si fuera Nueva York, cuando bajé acá, viste, y vi toda esa suciedad en las calles, me dio una imagen muy fea, y entonces, yo me voy, me voy a italia. Y después, cuando vine a Bahía, en aquel entonces Bahía no era como ahora, todo de madera, tierra, un viento, te llenabas de polvllo, te imaginas, yo en la montaña, todo verde, que no hay practicamente nunca viento, en verano hace un calor relativo, aca en Bahía, en enero, un calor de día, de noche..
La gente aca era bastante..., me acuerdo que yo iba por la calle O'Higgins, todos los tipos parados en la vereda, todos vestidos de negro, camisa blanca, corbata, pañuelo, zapatos negros, medias blancas y nosotros en mocasines, camisas medio llamativas, floreadas, vestidos de otra manera. Yo me acuerdo la primera vez que fui al cine en el centro, al poco tiempo de estar aca, en enero del 55, en pleno verano, te imaginás, ¡un calor! fui para entrar al cine y dice uno:
- ¿a dónde va?
- al cine, voy.
- No, así no podés entrar.
- ¿Por qué?
- tenés que ponerte saco y corbata.

Y la primera vez que fui a la playa acá, al balneario Colón, había traido una malla, yo, de Italia, se ve que era chiquita, entonces voy para bañarme, estaba el milico ahí, y me dice que la malla esa no se podía, no estaba permitida.

De cómo andabas vestido la gente ya sabía: este es argentino, este no.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Franca Bonvecchio


Esta señora es Franca Bonvecchio, nacida en Trento en 1926. A los dos años llegó a la Argentina con su mamá, ERMINIA CONCI para reencontrarse con su padre Enrique Bonvecchio, quien estaba acá trabajando en la construcción de puentes y caminos desde hacía un año. Vivieron en Buenos Aires y luego se mudaron a Mendoza, donde nació su hermana Mirta, y ella empezó la escuela. En 1933 tal vez porque los efectos de la crisis hacía prever un futuro no tan bueno como el esperado, Franca su mamá y su hermana volvieron a Trento, con la idea de quedarse defininitivamente.



Erminia Conci, las pequeñas Franca y Mirta, con sus familiares en Trento, 1934

Sin embargo, en 1935, ante la inminencia de la guerra de Abisinia el papá las volvió a llamar, y ellas volvieron a Mendoza.
A los veinte años, cuando Franca se casó con Horacio Iturrios vino a vivir a Bahía Blanca. Acá tuvo dos hijas, Franca y Flavia y las dos se han dedicado toda su vida a la danza clásica.

Franca participó activamente en el Círculo Trentino desde su fundación. Lamentablemente, falleció hace dos años. La extrañamos mucho.


domingo, 12 de septiembre de 2010

Julio Grosselli


Foto: Sandra Rosetti - marzo de 2002


Todos lo hemos llamado siempre Julio, porque todos, al llegar acá tuvieron que hacerse llamar por sus nombres en castellano.*
Giulio Grosselli nació en Lasino en 1925, y a los 23 años, después de haber estado prisionero de los alemanes dos años durante la guerra, vino a Bahía Blanca, a casa de su madrina  Giuseppina Gianordoli. Fue a la escuela fábrica, hizo pozos ciegos con Bruno Dal Ponte, changas de electricidad, y otros trabajos con su hermano Mario, hasta que consiguió trabajo en Deba (Dirección de Electricidad de la Provincia de Buenos Aires)
Se jubiló en 1984 después de una exitosa carrera en esa empresa.
Según nos contó, mucho antes de que él naciera, su padre había estado trabajando un tiempo en la Argentina con otros parientes y por eso, dice Julio, tiene familiares en Sampacho, Córdoba.
Fue en su casa que se hizo la reunión constitutiva del Círculo Trentino y él fue también y durante varios años, el primer presidente de la comisión.
Siempre está dispuesto a responder a nuestras dudas trentinas, y se divierte a veces recitando el famoso trabalenguas:

Trenta tre trentini, entrarono a Trento tutti e trentatre troterellando
 

* Es un dilema ahora, ¿cómo contamos estas historias?, ¿con los nombres en italiano, como figuran en sus documentos? ¿o con los nombres en castellano, como todos los conocemos acá?

lunes, 6 de septiembre de 2010

Un alambique en Villa Harding Green


El "tanque elevado" en Villa Harding Green, construido en 1912
como parte de las obras de infraestructura de la villa construida para
los obreros del Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico.
(Foto: Héctor Guerreiro)

Parece que Bortolo Serafini, nacido en Villa Banale en 1872, alquilaba una chacra en Villa Harding Green, en las afueras de Bahía. Tenía un criadero de chanchos ahí, así que todos los días con su jardinera, sus caballos y su sobrino Palmo se iban a Espora a juntar residuos, sobras de comida, en tachos de doscientos litros y los desparramaban después en los chiqueros.

Parece que Bortolo Serafini y su sobrino tenían mucho trato con Cornelio Ferrari y su familia, así que cuando se reunían hablaban en dialecto, y se reunían y cantaban y Palmo, el sobrino, tenía una voz de baritono, increíble, y en esas noches tranquilas de verano de Bahía Blanca se ponian ahí, el hacia la parte del solista y todos los demas lo acompañaban con el coro, Quel mazzolin di fiori, La violetta, tantas de esas canciones.

Y parece también que en uno de sus galponcitos, Bortolo tenía un magnífico alambique con el que fabricaba la grappa que luego regalaba a sus paesani. Hasta que un buen día le cayeron de la oficina de Impuestos Internos.

Nueve meses estuvo preso, Bortolo, y eso fue en los años 40 asi que ya tendría por lo menos sesenta años, el hombre.

(esta historia me la contó Duilio, el ahijado de Serafini)

domingo, 5 de septiembre de 2010

Albina Baroldi


De sus 6 hermanos, Albina fue la única que vino a Bahía Blanca, en 1928, casada con Cornelio Ferrari.
Carlo, su hermano mayor, en cambio, en 1899 se fue a Estados Unidos y estuvo trabajando un tiempo en las minas de carbón. De ahí se fue a California y como le empezó a ir bien, un año después mandó dinero para que fuera allá la hermana mayor, Teresa. Ella desembarcó en Nueva York y tardó un mes para llegar a California: eso fue en 1901. Después ese hermano mayor empezó a llamar a los otos hermanos para que fueran también ellos a los Estados Unidos. Murieron todos muy longevos con edades cercanas a los cien años. 

Albina, aunque vivió siempre en Bahía Blanca con su familia, tuvo la posibilidad de volver a verlos ya que viajó a Estados Unidos dos veces, y su hermana Teresa estuvo también acá de visita, en Bahía Blanca.

Solo una hermana de Albina quedó en Lomaso: la madre de Bruno y Carlo Dal Ponte. Esos sobrinos  se radicaron en Bahía Bruno en 1947 y Carlo, en 1957.

Albina y Cornelio tuvieron tres hijos: Angelo, Duilio y Livio.
Ella falleció en 1975, a los 77 años.

Donne e buoi...

Camillo Ferrari, tres años después de haber llegado, llamó a su novia Emma Battaia, también de Poia, con quien se casó, acá en Bahía Blanca en 1928


Cornelio vino ya casado con Albina Baroldi, de Poia también ella, y su hijo, Angelo Ferrari, en 1928

y el hermano mayor, Agostino, llegó también casado con Giuseppina Gianordoli, de Lasino.


Donne e buoi, dei paesi tuoi, decía el refrán que estos hermanos hicieron propio: mujeres y bueyes, de tu propio pueblo.

Mujeres y bueyes. 
Igual, acá bueyes no necesitaban.

Y ellas?, siempre habia que seguir al marido, a donde fuera.

Palmo Serafini


viernes, 3 de septiembre de 2010

Nicolussis


¿Y quién fue el contacto que tuvieron ustedes para venir a Bahía Blanca?, le pregunté una vez a Marcelo Nicolussi, ¿tenían algún pariente?

No, Rino mi hermano más grande, que nació en el 19, antes que empezara la guerra, en el 40,  pasó por acá en un buque, como cadete de marina, que atracó unos pocos días en la Base Naval de Puerto Belgrano.

Algunos italianos que estaban acá se enteraron y fueron a la Base, a ver de qué lugar eran los marineros; y había uno acá en Bahia que se llamaba Laner, que era constructor; y preguntó si había algun chico de la zona de Trento; mi hermano dijo "yo soy de Pergine"; "yo soy de Caldonazzo", dijo Laner.

Conversaron un rato y entonces le dijo a mi hermano: "si algun dia la cosa en Italia se pone fea, y quieren venirse a Bahia, yo te hago llamar". Ese fue el contacto que tuvo mi hermano acá.


Rino vino, efectivamente, siete años más tarde, con su esposa y su hijo pequeño Franco. Y en 1953, vinieron todos: los padres, Romedio Nicolussi y Concetta Sain, y sus hijos Ivo, Marcello y Carmen. La mujer de Ivo, Assunta Fruet, los alcanzó un año más tarde.

Cuando llegaron a Bahía,  Romedio tenía ya 67 años; Concetta, 55. Y sus hijos menores, Marcello 17 y Carmen 14.

Una vez Carmen dijo: "Yo no vine; a mí me trajeron".

Notas:
De ese constructor las únicas noticias que encontré hasta ahora son estas:
E Laner, Fitz Roy 508  en la Guia FCS,  del año 1936.
Una casa en la calle Patricios 425 lleva escrito ese nombre.

Ya hablaremos de cada uno de ellos.

sábado, 28 de agosto de 2010

Teresa Laner - Nati in Trentino


Scalpellino

Querido padre:

espero que estén bien. Yo también estoy de buena salud. El motivo por el que durante estos dos años no pude escribir es que me lastimé el brazo derecho. Escribir bien no podía, escribir mal no quería.

"Algo así decía la primera carta que el hermano de Erina Baroldi escribió a sus padre en Poia. Nunca más volvió a dar noticias. Este hombre vivía en Tandil, y se había lastimado el brazo porque trabajaba en las canteras de granito, fabricando adoquines.

Viste como hacían los adoquines, y ganaban una miseria, como todos nosotros, los que no teníamos cerebro. Imagináte, cincel y martillo, cada vez mas finito hasta que queda la forma del adoquín, y hay que hacerlos todos iguales, parejitos. No sé si a veces no corta un poco, la piedra bruta, tallada así. Como los adoquines chiquitos de la vereda del Teatro Municipal o la escalinata del correo. Vos sabés qué trabajo. Es que esa es la piedra más dura que existe. Fijate que pasaban por encima las ruedas macizas de los camiones de Salvadori, y no se hundían. Hasta a Europa llevaban esos adoquines. Imagináte.
Usaban el escalpelo, el cortafierro para el adoquín.

Igual que el padre, en Poia. Hizo el dintel de la puerta de la casa, todo en piedra, y el Ponte dei Servi, sobre el río, con unos leones tallados."

Battaias


1916: en Poia, frente a la puerta de su casa, posan los hermanos Battaia: con su madre, Elisa Alberti y con su abuela, María Grandi  Virgilio, Amelia, Emma, Rosina y Abramo, el más chiquito. Se ve, claramente, el dintel de la puerta, tallado en piedra por el padre, Luigi Battaia, que era scalpellino, y que no aparece en esta foto porque está en la guerra.

A fines de 1926 Emma, de veinte años, llega a Buenos Aires, para casarse con Camillo Ferrari en Bahía Blanca. Su hermano mayor, Virgilio, de 24, la acompaña.

En 1931 llega Abramo, con 17 años, eludiendo probablemente alguna guerra colonial, y en 1948, Amelia, después de una decepción amorosa.

Allá quedan dos hermanos, Rosina y Erino.

Helos aquí, unos cuarenta años más tarde, en Bahía Blanca: Virglio, Emma, Amelia y Abramo Battaia


Siempre se mantuvieron unidos, se reunían siempre, y comían polenta con pajaritos. Virgilio y Amelia, los tíos solteros, se ocupaban de mimar a los sobrinos, los hijos de Emma y de Abramo.

Solamente Abramo volvió a ver la casa de sus padres, en 1968 y en 1975, el dintel tallado -que sigue estando ahí-, y el Ponte dei Servi, en Ponte Arche.

Emma falleció en 1965, Amelia en 1970, Virgilio en 1975, y Abramo en 1998.

Vigilio Battaia


martes, 24 de agosto de 2010

"Golondrinas" trentinos

Vea, yo no sé de qué fuente pero Aniceto, con otro Ferrari, fueron los primeros a Tandil que sembraron trigo; y tuvieron la oportunidad que, en el campo de ellos vino el general Roca, que en aquel tiempo era presidente, para ver el resultado de la siembra. Después se volvieron a Italia. (Luis Sansoni, nacido en Poia, Lomaso en 1903, sobrino de Aniceto Ferrari)



Los adultos: Amabile Sansoni, Aniceto Ferrari y Rosina Bellotti
Los niños: Agostino, Camillo y Cornelio Ferrari

Aniceto Ferrari, nacido en Poia en 1856  fue uno de los varios miles de inmigrantes que entre 1880 y 1900 vinieron, trabajaron un tiempo en el campo y se volvieron. Si Sansoni no fabula con los datos de la historia argentina, podemos suponer que su tío estuvo dando vueltas por la provincia de Buenos Aires entre 1880 y 1886.

Recién en esos años, después de la "Conquista del Desierto" y durante la presidencia de Roca, se inició la ocupación efectiva del centro de la provincia de Buenos Aires mediante el empleo de la tierra para el cultivo de cereales, se extendieron las líneas ferroviarias y Bahía Blanca y Tandil, que hasta ese momento habían sido fortines, es decir, puestos de avanzada en la frontera hacia la Patagonia, empezaron a transformarse en ciudades.

Sansoni dice yo no sé de qué fuente: de ese flujo, de ese ir y venir de gente que en muchos casos hacían dos o tres cosechas y se volvían a casa, es de donde provenían las noticias más fidedignas de "l'America", de lo que contaban los que volvían o los que escribían cartas a sus familias. Saber que en Bahía o en Tandil estaba tal o cual pariente o vecino, saber que se podía venir, trabajar un tiempo y volver, servía como motivación para que muchos viniesen y probasen suerte en la zona. Probablemente algún otro de esos Ferrari pariente de Aniceto Ferrari no haya vuelto a casa.

Treinta años después, sus hijos Camillo, Agostino e Cornelio, y su sobrino Luigi Sansoni, vinieron a este mismo lugar y se quedaron.


15 de agosto de 2011
Tenemos buenas razones para pensar que quien vino con Aniceto era su hermano Giuseppe Ferrari

domingo, 22 de agosto de 2010

Los Hueller Lungati



Desde Roncegno, Domenico Hueller, Anna Rozza y su pequeña hija Emma Hueller llegaron a la zona de Tornquist, en 1908. Ahí se ubicaron como arrendatarios de uno de los grandes estancieros de la zona.
En 1938 en un artículo del diario La Nueva Provincia hace referencia a la familia:


En esta fotos aparecen Emma casada con Emmanuele Hueller, de Roncegno también él, quien llegó hasta Tornquist a trabajar en la cantera de la estancia Funke en 1925. (y que según cuenta Noemí, la hija de ambos, ¡no eran parientes!)
Está también Fortunata Bazzanella, de  Marter, casada con uno de los hijos de Domenico.
De cada uno de ellos nos ocuparemos en su momento.

Por ahora aclaremos que allá, en su pueblo, a los Hueller de Domenico como eran todos altos, les decían los "Lungati"; los de la familia de Emmanuele a todos los hijos mayores les ponian de nombre Pietro y por eso les decían " I Pierinati".

viernes, 20 de agosto de 2010

Luis Sansoni - Nati in Trentino


Foto de familia

En la esquina de Rondea y Castelli estaba  la casa de la familia de Francesco Nardelli.
Uno de sus hijos, Francisco, nacido en Bahía Blanca en 1937, con la ayuda de la libreta de matrimonio de sus padres cuenta:


Papá nació el 26 de julio de 1888 vino de Sopramonte cuando tenía 14 años; en 1905 empezó a trabajar en Buenos Aires, en el matadero, porque tenía unos primos; de ahí se vino a la casa de los Menestrina.




En 1911 se casó con Concepción del Valle, de Bahía Blanca, y tuvieron diez hijos pero aquí se ven solamente algunos, porque la foto es de 1924: Julia a la izquierda (1912), Blanca, en la punta a la derecha (1913), Mario, al lado de Julia (1914), Rodolfo (1916), María Esther, sentada sobre un banquito (1917-1956), Roberto Roque en la falda del papá (1919-1985), Leonor Adriana, la más chiquita sentada sobre un almohadón (1921-1999). La foto es del 24 así que todavía faltan, Nora, otro que falleció,

y yo, el último de los mohicanos, que nací en enero del 37.


lunes, 16 de agosto de 2010

Giocondo Menestrina y Maria Segatta


Todavía está en pie la casa donde funcionó desde 1904 y hasta mediados de los años 30 la fonda de Menestrina.
Si en Buenos Aires hubo muchos conventillos donde convivían varias familias, en los diarios de Bahía de principios de siglo se habla todo el tiempo de las fondas: miles de inmigrantes, italianos o de otros lugares, hombres solos en su gran mayoría, con una cama (si tenían suerte), en una pieza por unos pocos pesos, se las arreglaban, por mucho tiempo o unos pocos días, hasta que conseguían trabajo, hasta que se volvían a trabajar al campo, o hasta que se volvían a Italia. Claro que si la fonda era de algún conocido, compaesano, o pariente, siempre era mucho menos penoso.

Giocondo Menestrina había llegado a Buenos Aires con su hermano Adriano y ahí se había casado, en 1901, con María Segatta, como él, de Sopramonte y en San Fernando, habían tenido su primer hijo, Juan Luis. Recién ahí llegan a Bahía Blanca, a la calle Tucumán, en la época en que todavía estaban abriendo ¡las calles con dinamita! A la fonda de Menestrina llegaban italianos de todas partes, muchos de ellos recomendados por el sacerdote de La Piedad. A esa casa llegó, en 1912, el sobrino de María, Francesco Nardelli.

Después, Menestrina abrió una carnicería, al lado de su casa (es el edificio oscuro que se ve en la foto) hasta que en los años 50 se la vendió a Atilio Laguzzi, hijo a la sazón de Elisabetta Mochen.


Giocondo y María tuvieron, además de Juan Luis, tuvieron nueve hijos. Tres de ellos murieron siendo niños; y los otros, después de haber estado como pupilos en Fortin Mercedes desde la escuela primaria, se dedicaron todos a la vida religiosa: Angel y José se ordenaron sacerdotes, y Luisa, Ana, María Auxiliadora y Julia, monjas de María Auxiliadora. El Vaticano los condecoró por haber dado tantos hijos a la Iglesia.


Sólo Juan Luis se casó con Pura Josefina Barreiro y tuvieron una hija Josefina, que es la nena que aparece en la foto y  quien nos contó estas cosas.
Giocondo falleció en 1956 y María, en 1962.

Hasta fines de los años 80 las hermanas Menestrina todavía vivían en la casa contigua a la de sus padres -como si fuera un santuario- y Abramo Battaia les llevaba vino una vez por semana.

En los libros parroquiales de la Catedral de Bahia Blanca y de la parroquia de Ing. White encontramos que   Giocondo Menestrina y María Segatta fueron padrinos de bautismo de varias personas:
-del hijo de Bartolome Serliengo, austríaco de Trieste de 41 años y de Maria *Bulianich, domiciliados en Pampa Central (en este caso la madrina es Maria Segatta, el padrino es Donato Olaz, tambien austríaco.
- del otro hijo de Serliengo, Juan. En este caso ambos son padrinos

Padrinos de casamiento de

domingo, 15 de agosto de 2010

           Giovanni Menestrina       +       Giulia Nardelli 



Giocondo Menestrina        +        Maria Segatta
31-7-1878                                    



                                                                           

Giocondo Menestrina - Nati in Trentino


jueves, 12 de agosto de 2010

Viaje

Tres días después de haber partido de Génova rumbo a Buenos Aires, Abramo Battaia, de 18 años, escribe esta tarjeta a sus padres y hermanas:






 Napoli, 12-1-931


Cari genitori non pensate a me che se continuano così non a paura dal mare. Qua c’è il Segalla che dice se mi piace il vino datillo a me ma a tutti ci piace perche e buono qua almeno ….si mangia la sua ministra la verdura pasta sutta pane carne da pranzo e mezo litro a testa da cena una minestra e pane la collacione caffe. Non cista più vi saluto. Abramo Battaia

Queridos padres: no se preocupen por mí, que si seguimos así, no tengo miedo del mar. Aquí está el Segalla que si no me gusta el vino, dénmelo a mí, pero a todos nos gusta, porque es muy rico. (…)
Comemos sopa, verdura, pasta, pan, carne en el almuerzo y medio litro de vino por persona, en la cena una sopa y pan, y en el desayuno, café. No tengo más lugar. Los saludo. Abramo Battaia.