martes, 17 de abril de 2012

Casadas por poder (Assunta Fruet)




Assunta Fruet (Pergine, 1931) llegó a Bahía Blanca en 1955, un año después que su marido.Ivo Nicolussi. El pequeño detalle es que cuando él partió junto a sus padres y hermanos, todavía no estaban casados. Se casaron, como muchas parejas por esos años, por poder, ella allá en Italia, y el acá, en la Argentina. Es que sólo así, casada legalmente, una mujer podía emprender su viaje sola. En efecto, desde 1926 y hasta principios de la década del 30 regía la disposición según la cual nadie podía emigrar de Italia ni entrar en la Argentina si no presentaba un contrato de trabajo o un "atto di chiamata", un acta de llamada firmada por algún familiar en primer grado, o un compromiso formal de matrimonio firmado frente al cónsul local.

Cuando a partir de 1947 se reanuda la inmigración en la Argentina, esa disposición no sólo sigue vigente sino que algunas de sus cláusulas se endurecen aún más a partir de 1952, cuando pasa a ser el Comitato Europeo per le Migrazioni (CIME) el organismo internacional que regula las migraciones: sólo se autoriza a partir a grupos familiares o a aquellas personas que vienen a reencontrarse con sus familiares directos: esposo, hijos, hermanos. Por ese motivo las mujeres tenían que partir de Italia, ya casadas.

En otro pasaje de la entrevista (que quedó fuera del video) Assunta cuenta que fueron unas diez o doce chicas del pueblo las que se casaron por poder ese mismo día, en la misma ceremonia, con novios que estaban ya emigrados.

Pero Assunta en el video (al igual que Carlo Dal Ponte) cuenta también de algunas chicas que llegaban ya casadas, por poder, pero casadas con un hombre - tal vez de su mismo pueblo, pariente o amigo de la familia -, al que no habían visto nunca en su vida, de quien se habían "enamorado"  - a lo sumo- en una foto. Era la situación de esas mujeres que querían (o no tenían más remedio que) emigrar y venir a América, y que solo de ese modo, casándose, como sea, lograban obtener la autorización para partir, y los pasajes gratuitos o pagados por el marido a muy bajo costo.
No fueron pocos los hombres que, para conseguirse una novia de mismo pueblo, o del pueblo de algún amigo o conocido- mandaban por correo fotos, y contaban -o hacían contar-  maravillas sobre la situación en la que se encontraban acá.

A veces no todo era cierto.

A veces la sorpresa era enorme.

Pero el pasaje era solamente de ida.



Más información sobre el CIME y la inmigración italiana en la Argentina posterior a la segunda guerra, en CAPUZZI, Lucia, La frontiera immaginata. Profilo politico e sociale dell'immigrazione italiana in Argentina nel secondo dopoguerra, Franco Angeli, Milano, 2006, p 42.

La transcripcion de la entrevista:

Yo vine.... primero vino él, porque yo no estaba casada, estaba de novio, y al año vine yo, después. Primero me casé, allá, me casé en el asilo, donde estaban las monjas, hay una iglesia, ahí vale la iglesia, no vale y bueno me case el 2 de abril y en marzo me vine.
El testigo fue mi papá, estaba mi hermana, mi hermano, mi cuñado y mis amigas, dos o tres amigas, hicimos la torta, comimos, y termino la fiesta, que eran las 7 de la tarde, no las 7 de la mañana
el novio estaba acá; del lado él estuvo mi papá. Y el se casó acá  firmó acá en La Piedad, él, nada más. YO no, yo tuve que casarme casarme si o si, si no no vale, ahí todo junto.
Y bueno, después, el 6 de marzo llegué acá.
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Había una chica que cuando llegó acá, no se quería bajar, se cortó las venas de los dos brazos, el doctor le dijo que era una estúpida; ella le dijo que no, que quería volver 
Le dice: -¿vos lo conocés al marido? al señor, al muchacho? - No, dice, lo conocí por foto, del mismo pueblo.
Claro cuando estaba acá era más viejo. Y era una linda chica, y ya...
Y cuando venían de Brasil, todos les decían ¡cornuda!, y la gente le hacía así, cuando bajaban, porque se ve que acá, las amistades que tiene uno... acá que venía ella, es distinto.
Yo me enfermé en el barco de una pulmonía, y cuando subía ala enfermería, el medico me dice: - ¿Vos lo conocés a tu novio? - Si, le digo, estuve dos años de novio. - Ah, bueno, que hay cada una, que no conoce el marido, y muchas quieren irse de vuelta, y no pueden irse de vuelta, tienen que venir porque ya el pasaje lo pagó.
Me dijo: - Ah bueno, si es así está bien, me dijo el doctor. 
Pero había mucha, mucha gente que venía y no sabía quién era el marido. O como la chica que tenía que ir a Rosario me dijo a mí: - Che, ¿lo conocés vos a tu marido? - Sí, le digo, estuve dos años de novio, somos del mismo pueblo, nos conocemos de chiquito. Y le digo: - ¿Vos lo conocés?  - Sí, me dice, yo también lo conozco - Ah, bueno, ahora andamos bien las dos.