sábado, 4 de mayo de 2013

Carlos Raimundo Ferrari y sus hijos Héctor y Guerino Rubén (Trentinos en Ing. White)


Tandil 29-6-1890     Bahía Blanca  24-12-1961


¿Qué fue de la vida de Carlos Raimundo Ferrari y de sus hijos, todos ellos vecinos de Ing.White? nos preguntábamos en una entrada anterior.

Hace aproximadamente un mes nos dieron varias cartas escritas por el propio Carlos y por su hermana Valeria.

Pero diez días atrás -casualmente- fueron sus nietos Gustavo, Verónica y Mónica Ferrari (que viven respectivamente en Quequén, Mar del Plata y Gral. Lavalle) quienes - buscando información sobre su abuelo- se pusieron en contacto con nosotros. Ellos quería saber sobre el pasado de su familia, yo -que ni siquiera sabía de la existencia de ellos - quería saber más sobre la historia más reciente. Así que juntos reconstruimos y armamos estas breves notas sobre su abuelo y sus respectivos padres (Guerino y Héctor).

El primero en ser evocado es el abuelo.
Carlos Raimundo Ferrari, ya mayor -será el año 1960, 1961-, va a Tamangueyú, cerca de Lobería a visitar a su hijo, que es el jefe de la estación de trenes, y a su nieto de dos años le lleva de regalo su pájaro, un cardenal.  Y le habla, correcto, mesurado, con su habitual saco y corbata. Esa es la imagen vívida que Gustavo Ferrari conserva de su abuelo, además de esta foto.

Mónica y Verónica, en cambio, no lo llegaron a conocer personalmente, solo oyeron a sus padres hablar de él: que había sido jefe de estación también él, en Saavedra, que tuvo arterioesclerosis y que pasó los últimos meses de su vida en casa de su hijo Héctor. 

Gracias a una de las cartas que Carlos Raimundo escribió a su sobrino sabemos que, seguramente ya jubilado de su cargo en el ferrocarril, en 1953 vive en Ing. White, se ocupa -como sus primos- de construir casas para alquilar, y ya no está junto a su mujer. 





No sabemos qué sucedió con su esposa: de ella nunca se hablaba, aunque debe haber pasado algo  muy grave por la magnitud del rencor que flotaba en el aire, cuenta Gustavo. Solamente una vez, siendo muy chico, su padre lo llevó a Mar del Plata a conocerla, antes de su muerte

Por las cartas podemos entrever también que las hermanas de Carlos (las tías Valeria y Rosa), no dejaron de intervenir activa e insidiosamente en las ya de por sí complejas relaciones entre su hermano, sus hijos, y la primer mujer de Guerino... El resultado fueron los desplantes, las ofensas, y la diáspora.

Carlos pasó el último periodo de su vida en casa de su hijo Héctor, y falleció en el Hospital Ferroviario, en Bahía Blanca, el 24 de diciembre de 1961. A la muerte de Héctor, en 1998, sus restos fueron trasladados a Lobería, donde está sepultado junto a su hijo Guerino Rubén (el Bebe) Ferrari.

Del hijo mayor de Carlos Raimundo, Héctor Ferrari, nos dio noticias Mónica, su hija adoptiva:


Héctor Ferrari y Adelina Ricardini


Gracias a ella sabemos que Héctor Ferrari, nacido el 20 de septiembre de 1925, trabajó toda la vida en el Ferrocarril General Roca, donde llegó a ser jefe de Trafico de la Estación Sud, en Bahia Blanca. Se casó con Adelina Próspera Ricardini, y en 1975 adoptaron a Mónica. Vivieron primero en la casa de la calle Patricios y Viamonte, y luego se mudaron a la calle Almafuerte 965.

Sus restos no descansan en Bahía, ya que su esposa los trasladó a Gobernador Gálvez, provincia de Santa Fe, donde ella fue a vivir después del fallecimiento de Héctor, ocurrido en 1998.


Así lo recuerda Mónica:

Los sábados me llevaba a la estación y me quedaba con él, yo le ayudaba a hacer algunas cosas, como pasarle notas a máquina o anotarle cosas que tenía que hacer... para mí era un juego.

A mi papá le gustaba que leyera, me regaló la colección "El Tesoro de la Juventud" que todavía lo tengo y es una de las cosas más preciadas que me dejó) y otra colección Grandes Escritores Argentinos. Y la palabra que siempre utilizaba para decir que estaba de acuerdo con algo era "macanudo".

Esta foto es del hijo menor de Carlos Raimundo, Guerino Rubén Ferrari:

Guerino Rubén Ferrari y su segunda esposa, Zulema Ester Lorea en 1958
Ing. White 15-8-1928
Necocha, 2-12-2001


Guerino Rubén "Bebe" Ferrari nació en Ing. White el 15 de agosto de 1928, y ahi hizo toda la escuela primaria. En 1942, con 14 años se fue a vivir solo, y a los 16 ingresó, por recomendación de su padre, como dependiente de segunda en el Ferrocarril Sud donde llegó a ser uno de los mejores telegrafistas. Mientras tanto, estudió relojería y puso en Bahia Blanca la "Relojería y Joyería Ferrari".

En esos años se casó con María Birlis, también ella de Ing. White, con quien tuvo dos hijos, María Angélica, nacida el 28 de junio de 1951, y Carlos Alberto Ferrari, en 1952. Sin embargo, cuatro años despues del nacimiento del segundo hijo, María y Guerino se separaron.

Guerino fue trasladado, como auxiliar de primera a Ing. Jacobacci y luego al ascender estuvo en Estación Pardo, en el partido de Las Flores, donde conoció a Zulema Esther Lorea y donde nació, el 29 de junio de 1959, su hijo Gustavo. Tres meses más tarde le ofrecieron ser jefe de estacion en Tamangueyú. Allí se radicó la familia y once años más tarde, también un 29 de junio pero de 1970 nació la segunda hija de Guerino y Zulema, Verónica Ferrari.

En el año 1967 tomó la representación de vinos Bombara para Lobería y la zona, y a eso se dedicó durante dos o tres años. En 1974 formó la Cooperativa Telefónica Tamangueyú, que llegó a ser modelo en el país. Ya jubilado en el ferrocarril, a los 63 años, se recibió de martillero público y ejerció durante varios años en Necochea, donde vivió los últimos años de su vida.

Su hijo Gustavo recuerda que tenía un empuje envidiable, siempre estaba haciendo y planeando cosas, y que sin embargo un dolor profundo lo marcó para siempre: el secuestro y asesinato de su hija María Angélica en 1977, víctima del terrorismo de estado.

Guerino falleció en Necocha el 1 de diciembre de 2001.
Carlos Raimundo y su hijo Guerino Rubén están sepultados juntos en el cementerio de Lobería.



Hasta ahora habíamos evitado hablar de la vida de los hijos y descendientes de los inmigrantes trentinos de nuestra ciudad y la zona. Pero en este caso, estas pequeñas pesquisas sobre el pasado un poco más lejano han permitido echar luz y ponerle palabras y nombres a una serie de silencios y desconocimientos que, por diferentes causas, cubrieron no solamente la historia de los abuelos, sino también algunas circunstancias  más recientes de la vida de sus hijos y nietos.

Contar la historia de una familia puede llegar a generar una ilusión narrativa basada en  preconceptos que pueden resultar sumamente apropiados cuando se traza un panorama general con el objetivo, no de hacer historia sino de afirmar algunos de esos "valores" que un grupo considera deseables -pero que no necesariamente tienen su base en la experiencia realmente vivida-, o que tienen vigencia en el presente en el que se elabora el relato, pero que son absolutamente anacrónicos con respecto al pasado en el que se ubica la historia: la famiglia unita, la pasta los domingos,  la conservación de los lazos familiares y paesanos a través de las generaciones, etc.

La historia vivida, la experiencia compartida es siempre mucho más compleja, más matizada. Poner en evidencia esa complejidad, y la dudosa consistencia de varios de esos preconceptos, es uno de los objetivos de este modo de contar algunos aspectos de la historia de una familia.

Y para quienes forman parte de esa historia, es una oportunidad para tomar distancia, comprender los motivos por los cuales ciertos hechos ocurrieron de un determinado modo o por los cuales algunas personas tomaron ciertas actitudes o decisiones, y -eventualmente - llegar a reconciliarse de algún modo con la propia historia.

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EN ITALIANO

Ci chiedevamo, in un post precedente, sulla vita di Carlos Raimundo Ferrari e quella dei suoi due figli.

Circa un mese fa una signora ci permise di scanerizzare alcune lettere scritte da Carlos e dalla sua sorella Valeria.
Ma dieci giorni fa, per caso, sono stati i nipoti di Carlos. Gustavo, Veronica e Monica Ferrari (che risiedono a Quequén, Mar del Plata e Gral Lavalle) coloro che, cercando informazione sul loro nonno, ci hanno scritto. Loro volevano sapere di piú sul passato della famiglia, io invece - che non sapevo neanche della loro esistenza! - volevo conoscere di piú la loro storia piu recente. Cosí, abbiamo ricostruito insieme queste brevei cenni sul loro nonni e i loro rispettivi padri. (Guerino y Héctor).

Il primo ad essere evocato é il nonno.
Carlos Raimundo Ferrari, ormai anziano -sará l'anno 1960, o il 1961-, viene a Tamangueyú, vicino a Lobería a trovare suo figlio, capostazione, e per suo nipotino di due anni porta come regalo il suo uccello, un cardinale.  E gli parla, con correzione, misurato, con il suo solito abito e cravatta. Questa é l'immagine vivida che Gustavo Ferrari ha conservato di suo nonno, oltre a questa foto:



Invece Mónica e Verónica non lo hanno conosciuto di persona, soltanto hanno sentito loro padri parlare su di lui: che era stato capostazione pure lui, nel paese di Saavedra,  che soffrí l'arteriosclerosi e che visse i suoi ultimi mesi a casa di suo figlio Hector.
Grazie a una delle lettere che Carlos Raimundo scrisse al figlio di sua sorella sappiamo che nel 1953 pensionato delle ferrovie, che abita a Ing. White, che si occupa, come i suoi cugini di costruire case per affitare, e che non sta piú con sua moglie.


Non possiamo sapere cos'é succeso con sua moglie: di lei non si parlava mai, ma sicuramente era accaduto qualcosa di molto grave se consideriamo quanto profondo era il rancore che si respiraba in aria, racconta Gustavo. Solo una volta, essendo lui molto piccolo, suo padre lo portó a Mar del Plata a conoscerla prima della sua morte.

Dalle lettere possiamo anche capire che le sorelle di Carlos, (le zie Valeria e Rosa) non persero opportunitá di intervenire attiva e insidiosamente nei complessi rapporti tra suo fratello, i suoi figli, e la prima moglie di Guerino. Il risultato furono, infatti, dispetti, brutte parole, e infine, la diaspora.

Carlos morí a Bahía Blanca, il 24 dicembre 1961. Alla morte di Hector, nel 1998, la sua salma fu trasferita a Lobería dove riposa insieme a suo figlio Guerino Rubén (el Bebe) Ferrari.


Del figlio maggiore di Carlos Raimundo, Héctor Ferrari, ci racconta Mónica, sua figlia adottiva




Héctor Ferrari, nato il 20 settembre 1926, lavoró per tutta la sua vita nella dita Ferrocarriles Argentinos nella quale riuscí ad avere un alta carica presso la Estación Sud a Bahia Blanca. Sposó Adelina Prospera Riccardini e nel 1975 adottarono la loro figlia, Monica. Abitarono prima in una casa in via Patricios e Viamonte, e poi si trasferirono a via Almafuerte 965.

Monica lo ricorda cosí:

Il sabato pomeriggio mi portava con se alla stazione e io restavo con lui e lo aiutavo a fare certe cose come battere a macchina delle note, scrivere sulla sua agenda le cose che lui doveva fare, per me era un gioco.

A mio papá piaceva che io leggessi, mi regaló infatti "El tesoro de la Juventud]" (é una delle cose piú pregiate che ho), e un'altra collanna, Grandi Scrittori Argentini. Il termine che lui adoperava per dire che era d'accordo con qualcuno era "macanudo".


Questa foto é del figlio minore di Guerino Rubén Ferrari:



Guerino Rubén (Bebe) Ferrari nacque a Ing. White il 15 agosto 1928. Nel 1942, con solo 14 anni lasció la casa paterna, ma ai 16 per raccomandazione di suo padre inizó a lavorare nelle ferrovie, dove riuscí ad essere un bravissimo telegrafista. Nel frattempo imparo il mestiere di orologiaio, e aprí un locale a Bahia Blanca assieme a un socio.

In quegli anni sposó Maria Birlis, pure lei di Ing. White ed ebbe due figli, Maria Angelica, nata il 18 giugno 1951 e Carlos Alberto Ferrari, nel 1952. Comunque, quattro anni dopo la nascita del secondo figlio, Maria e Guerino si separarono.

Guerino fu poi trasferito a Ing. Jacobacci nella Patagonia, e poi, come capostazione, nella stazione Pardo vicino a Las Flores, dove conobbe sua seconda moglie, Zulema Esther Lorea e dove nacque il 29 giugno 1959 suo figlio Gustavo. Tre mesi piú tardi, fu trasferito come capostazione a Tamangueyú, dove si stabilí a la famiglia e dove nacque undici anni dopo, anche un 29 giugno ma di 1970, la seconda figlia di Guerino e Zulema, Veronica Ferrari.

Nel 1967 si dedicó anche alla distribuzione di vini e poi nel 1974 contribuí alla costituzione della Cooperativa Telefonica di Tamangueyú. Pensionato come ferroviere, ai 63 studió per "venditore all'asta" e a questa professione si dedicó per parecchi anni nella citta di Necochea dove visse gli ultimi anni della sua vita.

Suo figlio ricorda che aveva una grande energia, che era sempre attivo, e che comunque un profondo dolore
lo segnó per tutta la vita: il sequestro e l'assassinio di sua figlia Maria Angelia, nel 1977, vittima del terrorismo di stato.

Guerino morí a Necochea il 1 dicembre 2001

Carlos Raimundo e suo figlio Guerino Rubén riposano insieme nel cimitero di Lobería.

Avevamo finora evitato trattare sulla vita dei figli e discendenti degli immigrati trentini. Ma in questo caso, queste piccole indagini sul passato un po piu lontano hanno permesso di chiarire e esprimere con parole e nome una serie di silenzi che per diverse cause ricoprirono non soltanto la storia dei nonni ma anche alcune circostanze piú recenti della vita dei figli e dei nipoti

Raccontare la storia di una famiglia puó generare un'illusione narrativa fondata su preconcetti che potrebbero risultare adeguati quando si traccia una panoramica con lo scopo non di fare storia ma di affermare alcuni di quei valori che un gruppo ritiene desiderabili - ma che non necessariamente si basano sull'esperienza veramente vissuta- oppure che hanno un significato forte nel presente in cui si elabora il racconto ma che risultano assolutamente anacronici riguardo al passato in cui si svolge la storia: la famiglia unita, la pasta le domeniche, i legami familiari e paesani lungo le generazioni, ecc.

La storia vissuta, l'esperienza condivisa risulta sempre molto piú complessa, con tante sfumature. Mettere in evidenza quella complessita e l'incerta consistenza di alcuni di quei preconcetti é uno degli scopi di questo modo di raccontare la storia di una famiglia.

E per coloro che fanno parte di questa storia, questa puó essere un'opportunitá per prendere distanza, capire i motivi per cui certi fatti sono accaduti in un determinato modo o per cui alcune persone presero certi atteggiamenti o decisioni, e riuscire -eventualmente - a riconciliarsi in qualche modo con la propria storia.

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